ACTIVIDAD 6 Prácticas del Lenguaje
ACTIVIDAD
N° 6
Otro
mito para disfrutar
1) Leé
atentamente:
Eros y Psique
Hoy os vamos a contar una historia de amor, probablemente la más bonita de toda la mitología griega. Aquella que une a Psique (el alma) con Eros (el amor).
Cuenta la leyenda que hace muchos años había un rey que tenía tres
hijas. Las tres eran bellísimas pero la belleza de la menor, Psique, era
sobrehumana. Hasta tal punto que de todas partes acudían a admirarla y
comenzaban a adorarla como si de una reencarnación de la diosa Afrodita se tratase.
Os podéis figurar
el ataque de celos de la diosa ante la belleza de Psique cuando se da cuenta de que los hombres estaban
abandonando sus altares para ir adorar a una simple mortal. No se le ocurre
mejor idea que pedir a su hijo
Eros que intercediese para poner fin a semejante ofensa.
La idea era que Eros, -al que más
tarde, en la mitología romana, conoceremos como Cupido, ¿os suena?, verdad- le lanzase una de sus flechas que la haría
enamorarse del hombre más horrible y ruin que pudiese existir. Pero como os
podéis figurar la historia le salió fatal a Afrodita. ¿Por qué? Vayamos
poco a poco y veamos primero como era la vida de Psique.
A Psique la belleza no le había traído ninguna felicidad. Los hombres, como ya hemos dicho antes la idolatraban de mil maneras, pero ninguno osaba pedir su mano y esto empezaba a preocupar a sus padres quienes ya habían casado a sus dos hermanas mayores.
A Psique la belleza no le había traído ninguna felicidad. Los hombres, como ya hemos dicho antes la idolatraban de mil maneras, pero ninguno osaba pedir su mano y esto empezaba a preocupar a sus padres quienes ya habían casado a sus dos hermanas mayores.
Tal era la desesperación que intentando buscar la solución correcta no se
les ocurrió mejor idea que consultar al Oráculo. Pero lejos de encontrar
consuelo lo que el Oráculo predijo
fue que Psique se iba a casar en la cumbre de una montaña con un monstruo
venido de otro mundo.
Y como nadie osaba cuestionar las predicciones del Oráculo, Psique aceptó su destino y sus padres le
llevaron hasta la cima de la montaña donde, llorando, la abandonaron. No os preocupéis
que la historia a partir de aquí solo puede mejorar.
Allí se la encontró Céfiro, quien lejos de
abandonarla a su suerte, la elevó por los aires y la depositó en un profundo
valle sobre un lecho de verde césped. Psique extenuada con
tantas emociones, se quedó dormida y al despertar se encontró en medio del jardín de un maravilloso Palacio de
indescriptible lujo y belleza. Cuando penetró en el interior escuchó unas voces que le
guiaban y le revelaron que el palacio le pertenecía y que todos estaban allí para servirla.
El día fue transcurriendo de sorpresa en sorpresa y de maravilla en
maravilla. Al atardecer, Psique
sintió una presencia a su lado: era el esposo de quien había hablado el Oráculo;
ella no lo vio, pero no le pareció tan monstruoso como temía. Su voz era suave
y amable y le hacía sentirse muy bien a su lado, pero jamás dejó ver su rostro
y le advirtió que si le veía le perdería para siempre.
Así fueron las
cosas a lo largo de las siguientes semanas. Durante el día Psique permanecía sola en Palacio
y por la noche su marido se reunía
con ella y eran muy felices. Pero un día Psique sintió añoranza de su familia y rogó a su esposo que le dejará ir
a visitarlos. Tras muchas suplicas, y pese a advertirle de todos
los peligros que corría con su partida, su marido accedió y pidió a Céfiro que la llevase a la cumbre de la
montaña donde la habían abandonado. Desde allí Psique caminó a su
casa.
Todos la recibieron con gran alegría, pero sus hermanas cuando la vieron
tan feliz y abrieron los maravillosos regalos que les había traído, no pudieron
contener la envidia y no pararon hasta que la pobre Psique les confesó que jamás había visto a su marido.
Os podéis figurar que las maquiavélica y envidiosas hermanas no descansaron
hasta convencer a Psique de
la necesidad de descubrir quién era su marido.
Su plan era el siguiente, Psique
debía ocultar una lámpara y durante la noche, mientras él dormía, prenderla
para así ver su rostro.
Y así lo hizo. Psique volvió al
palacio en el que vivía con Eros y siguiendo el plan de sus hermanas descubrió
que su marido era un joven de gran belleza. Emocionada por el descubrimiento le tembló la mano que
sostenía la lámpara, dejando caer una gota de aceite hirviendo sobre su amado. Al sentirse quemado Eros -ese era el
monstruo cruel que tenía por marido y al que se había referido el Oráculo- se despertó y cumpliendo su amenaza huyó en
el acto para no volver jamás.
Sola y desamparada, sin la protección de Eros, Psique se
dedicó a errar por el mundo perseguida por la cólera de Afrodita que seguía indignada
ante tanta belleza. Ninguna divinidad la quiso acoger y finalmente cayó en
manos de la diosa que la encerró en su palacio y le atormentó de todas las
maneras posibles. Hasta le hizo
descender a los infiernos en
busca de un frasco de agua de Juvencia que debía entregar sin abrir. La
curiosidad pudo nuevamente con Psique y
cuando abrió el frasco quedó
sumida en un profundo sueño cual bella durmiente.
Mientras tanto Eros sufría
enormemente pues era incapaz de olvidar a Psique. Cuando supo que estaba sumida en un sueño
mágico no lo pudo soportar más, voló hacia ella y la despertó de un flechazo;
después subió al Olimpo para rogar a Zeus que le permitiese casarse con ella, aunque fuese
mortal. Zeus se
compadeció de Eros y
otorgó la inmortalidad a Psique haciéndole comer Ambrosía. Después, apaciguó
la cólera de Afrodita y
ordenó el casamiento de Eros y Psique, que duraría para siempre.
La boda de los dos
enamorados se celebró en el Olimpo con gran regocijo.
1) Respondé:
a- ¿Quién envidiaba la
belleza de Psique?
b- ¿Qué le predijo el
Oráculo a Psique?
c- ¿Quién lleva a
Psique al palacio con su misterioso esposo?
d- ¿Por qué Psique y
Eros se separan?
e- ¿Cómo vuelven a
estar juntos?
2) Determiná el MARCO
NARRATIVO del mito leído.
¡RECORDÁ!
El MARCO NARRATIVO está compuesto
por el LUGAR donde se desarrolla la acción, el TIEMPO en el que
ocurren los hechos y los PERSONAJES que intervienen, tanto principales
(protagonistas) como secundarios.
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