ACTIVIDAD 19: San Martín - Parte 2
ACTIVIDAD N° 19
17 DE AGOSTO
Aniversario del
fallecimiento de José de San Martín
PARTE 2: EL CRUCE DE LOS ANDES
1)
Leé
con atención:
El heroico cruce de los Andes
En 1816 el país gozaba de un
gobierno propio e independiente, pero tenía un “pequeño” problemita:
los realistas, que aún gobernaban en Lima, no querían irse de América
y anhelaban retomar el poder en las Provincias Unidas del Río de la Plata.
“¿Cómo podríamos derrocar a los realistas del Alto Perú?”, era la pregunta que se hacían los patriotas. “Por sorpresa”, propuso con voz firme un joven general de mediana altura, nariz prominente y abundantes patillas. “Invadiremos Lima ingresando por el mar”, agregó en medio del asombro y el silencio general. “Pero la única manera de hacerlo sería cruzando los Andes, para embarcarnos en Chile, donde también mandan los realistas, ¡es una locura!”, le retrucaron.
Eso era precisamente lo que quería escuchar el obstinado general, que sólo atinó a sonreír… Su nombre era José de San Martín, y en su cabeza comenzaba a gestarse una de las caravanas militares más osadas de la historia universal.
“¿Cómo podríamos derrocar a los realistas del Alto Perú?”, era la pregunta que se hacían los patriotas. “Por sorpresa”, propuso con voz firme un joven general de mediana altura, nariz prominente y abundantes patillas. “Invadiremos Lima ingresando por el mar”, agregó en medio del asombro y el silencio general. “Pero la única manera de hacerlo sería cruzando los Andes, para embarcarnos en Chile, donde también mandan los realistas, ¡es una locura!”, le retrucaron.
Eso era precisamente lo que quería escuchar el obstinado general, que sólo atinó a sonreír… Su nombre era José de San Martín, y en su cabeza comenzaba a gestarse una de las caravanas militares más osadas de la historia universal.
¡Qué pedigüeño!
Para cruzar una inmensa
cordillera con temperaturas de hasta 10° bajo cero, no bastaba con una alta
dosis de coraje. San Martín estaba pendiente de los grandes asuntos, como la estrategia
militar y la caballada, pero también de los detalles cotidianos, como los abrigos y la comida.
En agosto de 1816, San Martín le solicitó desde Mendoza al Director Supremo del gobierno patriótico, Juan Martín Pueyrredón, “el mayor número posible de desperdicios de jergas, ponchos, pieles de carnero y todo aquello que no utilicen los vecinos”. Eran tantos los pedidos que le hacía llegar el General, que Pueyrredón le respondió con una carta cargada de humor: “… no me siga pidiendo cosas, si no quiere recibir la noticia de que he amanecido ahorcado en un tirante de la fortaleza”.
En agosto de 1816, San Martín le solicitó desde Mendoza al Director Supremo del gobierno patriótico, Juan Martín Pueyrredón, “el mayor número posible de desperdicios de jergas, ponchos, pieles de carnero y todo aquello que no utilicen los vecinos”. Eran tantos los pedidos que le hacía llegar el General, que Pueyrredón le respondió con una carta cargada de humor: “… no me siga pidiendo cosas, si no quiere recibir la noticia de que he amanecido ahorcado en un tirante de la fortaleza”.
Sonaron las campanas
El Ejército de los Andes había conseguido suficiente abrigo,
¡pero le faltaban las armas! Y las que había, estaban maltrechas. Por suerte,
en el convento de San Francisco de Mendoza habitaba Luis Beltrán, un experto en mecánica,
a quien acudió San Martín para solucionar el problema más difícil.
El frailecito funde-campanas, como lo llamó San Martín, no dudó ni un segundo en colaborar. ¿Pero de dónde iban a sacar hierro y bronce para reparar y trasladar tantos fusiles y cañones? A partir de la enorme solidaridad de la población, muchas casas se quedaron sin balcones y sin enrejados, y las iglesias… ¡sin campanas!
El frailecito funde-campanas, como lo llamó San Martín, no dudó ni un segundo en colaborar. ¿Pero de dónde iban a sacar hierro y bronce para reparar y trasladar tantos fusiles y cañones? A partir de la enorme solidaridad de la población, muchas casas se quedaron sin balcones y sin enrejados, y las iglesias… ¡sin campanas!
Rumbo a Chile
El clima debería ser un aliado
necesario para el éxito de la odisea. Con buenas temperaturas diurnas,
poca nieve y abundante agua de los deshielos, el mes de enero parecía el más propicio. A
principios de 1817 se
inició el cruce.
Antes de partir, San Martín proclamó a la Virgen María como patrona del Ejército de los Andes. La población de Mendoza salió a las calles para despedirlo, y le ofrendó más ponchos y frazadas.
Todo estaba súper organizado. San Martín mandó a construir un hospital en Mendoza para sus soldados y un hospital móvil para el cruce. Pequeños grupos ya se habían adelantado para instalar en los caminos varios depósitos de comida.
Con víveres para un mes, más de 5.400 hombres (casi 4.000 soldados y 1.400 auxiliares, entre médicos, cocineros, etc.), comenzaron la heroica travesía acompañados por 10.000 mulas, 1.600 caballos y 600 bueyes.
Muchos dudaban de la odisea del Ejército de los Andes. Tan cruda fue la realidad en las montañas, que más de la mitad de las mulas quedaron en el camino. Pero gracias a la brillante organización, apenas 300 soldados no pudieron continuar (debido a enfermedades, accidentes o caídas en pequeños combates).
No había contratiempos ni enemigos capaces de detener a Don José de San Martín, quien tras el éxito de su osada aventura se ganó para la posteridad el merecido título de Libertador de América.
Antes de partir, San Martín proclamó a la Virgen María como patrona del Ejército de los Andes. La población de Mendoza salió a las calles para despedirlo, y le ofrendó más ponchos y frazadas.
Todo estaba súper organizado. San Martín mandó a construir un hospital en Mendoza para sus soldados y un hospital móvil para el cruce. Pequeños grupos ya se habían adelantado para instalar en los caminos varios depósitos de comida.
Con víveres para un mes, más de 5.400 hombres (casi 4.000 soldados y 1.400 auxiliares, entre médicos, cocineros, etc.), comenzaron la heroica travesía acompañados por 10.000 mulas, 1.600 caballos y 600 bueyes.
Muchos dudaban de la odisea del Ejército de los Andes. Tan cruda fue la realidad en las montañas, que más de la mitad de las mulas quedaron en el camino. Pero gracias a la brillante organización, apenas 300 soldados no pudieron continuar (debido a enfermedades, accidentes o caídas en pequeños combates).
No había contratiempos ni enemigos capaces de detener a Don José de San Martín, quien tras el éxito de su osada aventura se ganó para la posteridad el merecido título de Libertador de América.
Publicado
en InterCole N°41 de agosto 2009
2)
Respondé:
a-
¿Quién
era el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata en el
momento del cruce?
b-
¿Quiénes
colaboraron con San Martín y su ejército para poder realizar semejante hazaña?
c-
¿Quién
era el “frailecito funde-campanas? ¿Cuál fue su aporte
d- Hacé
una lista con las cosas, animales y personas que participaron del cruce de Los
Andes.
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